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(y no se olvidan, si son tan amables, de la tarea del yovineparapreguntar 43 ;-) )
Estoy furiosa. Enfurezco por pocas cosas, pero con intensidad tal que compensa la poca frecuencia. Así que, sabiendo que enfurecerme acá me va a ayudar a no enfurecerme con las personas sino a amarlas, que eso quiero ("amar a los demás no porque sean buenos sino para que sean buenos, y desprenderse de verlo") daré rienda suelta a mi ira. Resulta que estos días asistí a un acto de egresados de quinto año, colegio privado de Capital Federal, no en el colegio donde trabajo sino en otro donde tengo chicos conocidos. Ordenados de menor a mayor furia los sucesos que me la produjeron (je, no, fue una decisión: yo decidí enfurecerme ;-) porque para mí, lo merece):
-cualquiera que dijera en su "discurso" no importara qué imbecilidad o genialidad deslumbrante (ehmmm...no, no fue el caso, jamás) era interrumpido cada fracción de segundo por desubicadísimos e incontinentes aplausos. (o tal vez sea una enfermedad de esas rarísimas, a la gente le agarra incontinencia manual y necesita clapear, no sé...). Digo, este hábito nefasto: no se puede escuchar al otro hasta que termine de hablar, a ver qué dice "completo"? No se puede ver un powerpoint sin estallar en aplausos ,vivas y alaridos desmesurados frente a cada imagen? No se puede simplemente, escuchar, y si, en fin, te tocó escuchar a un orador que la recontrarompía, bue, interrumpíle el discurso con un estallido de aplausos?. Porque sirven así, por contraste con el silencio. Y para saber qué corno estás aplaudiendo...Me contuve, porque cuando quiero soy la diosa de la ubicación (cuando no quiero, agarráte...), pero realmente estuve por largar una puteada bien-bien audible a ver si al menos se enteraban de que una persona quería escuchar, simplemente es-cu-char, para después ver si lo escuchado ameritaba aplausos y no padecer ese zapping frenético de frases o imágenes entrecortadas por aplausos insólitos. Sentí como si la gente estuviera más pendiente de cuándo aplaudir que de lo que se decía/hacía ahí adelante.
-más furia que el anterior pero menos que el siguiente: el discurso de los egresados. No deben tener toooooda la culpa (milito por la responsabilidad personal, así que algo sí, nada de "pobrecitos") pero patético. Como muuuuuucho, me hubiera parecido pobrísimo para un discurso de salita de cinco. No es irónico. Los de salita de cinco no podrían haberlo escrito pero podrían haberlo dicho tranquilamente, igual igual. El festival de la vaguedad y del lugar común, con los inevitables touchs emocionales acerca de "todo lo que vivimos juntos estos años". Pero non solum, sed etiam: frases malísimamente hechas (el problema no es mi histeria con la sintaxis, el problema es que así como "hablan", así piensan, así de desguazadas están las ideas, y ahí, me preocupo...) vocabulario máximo de 40 palabras, unas improvisaciones que pretendían ser simpáticas porque claro, "hay que dejar que los chicos se expresen" pero confirmaban el patetismo general de miseria extrema en sus cabezas. Lo que más me enfurece es que estos pibes se ve que ya no tienen referencia para contrastar y darse cuenta de que con 18 añitos recién cumplidos podrían desplegar más, mucho más. Les debe haber parecido genial y no sería raro que sus padres/profesores hayan felicitado esos discursos misérrimos. Porque aparte a muchos los conozco, son pibes y pibas de un potencial increíble, pero a fuerza de no exigirles un rabanito , ahí están ,bolsas de papas musitando incoherencias y banalidades a modo de "discurso de los alumnos".
-pero "la" furia la desplegué con el discurso del rector. No fue esto todo lo que dijo, es un tipo copado, solvente, etc., pero sencillamente, yo hubiera pedido la palabra para hacer un contradiscurso, derecho a réplica, man, cómo puedo escuchar tantas imbecilidades juntas y seguir siendo la diosa de la ubicación. Mucho pedir. Porque un punto de su...ejem...discurso consistía en felicitar a algunos profesores. Qué lindo, qué bien que vamos, tanto maltrato social, tanta basura demagógica en familias y directivos, que bueno, ok, se viene el dulce merecido. Escuchen: "Y a fulano y mengano, que en vez de marcar las diferencias, hacían un chiste, y las borraban. No estamos acá unos que saben y otros que no saben (je, no, claro, diría yo, si acá nadie sabe nada, está clarísimo). Igualdad. Relaciones horizontales, eso es lo que queremos.No el profesor que sabe y el alumno que no sabe; somos todos iguales acá, nadie sabe más que nadie" Y bue, elige tu propia aventura, ustedes pueden imaginar cómo seguía. Pero cheeeeeee, un poco de sensatez, un poco!!!!!! Cuál es el problema con que un profesor sepa y el alumno - todavía- no sepa muchas cosas? Cuál es el problema con no saber y que te enseñen, para que quizás en algún momento ya no necesites maestros y te puedas enseñar solos? Pero, chiquito, todavía no, no hay que creérsela y menos a los 17, 18 años, cuando falta muuuuucho para no necesitar maestros. Cierto: hay imbéciles (y los hemos padecido) que por enseñar se creerán con derecho a humillar, a no reconocer errores propios, a ningunear al que le cuesta, a laburar con los 3 que entienden de una y el resto que reviente, a no revisar nunca su práctica por soberbia; pero también hay imbéciles que no reconocen (ya no pueden ,no? tal es el deterioro...) que NO saben; ¿por qué esa facilidad para ir a aprender, de alguien que sepa más que vos -porque no sos tarado-, un deporte, a arreglar computadoras, un idioma, y en cambio esa resistencia a reconocer que un profesor sabe y eso es deseable y el alumno no sabe lo que tiene que saber todavía y para eso está ahí , para aprender? Si yo estoy en una clase donde un docente me dice "Miren, yo soy el profesor pero eso no quiere decir que sepa más que ustedes, acá entre todos construiremos blabla", primero, me planto y le discuto, a muerte, y después, me levanto y me voy. Gil, voy a perder tiempo y plata queriendo aprender con un nabo que me diga que sabe lo mismo que yo...Recuerdo con un placer extremo clases de primaria, de secundaria , de profesorado y de universidad donde los profesores SABÍAN, y a mí -siendo habitualmente buena alumna-, me costaba seguirlos, y sentía que la cabeza se me abría, literalmente, para dar cabida a materias arduas, a razonamientos -hasta entonces- más allá de mi alcance espontáneo. Tipos que estaban de vuelta mil veces y no te lo hacían notar, te enseñaban con paciencia, disfrutaban ellos de que vos supieras. Y señores docentes, jamás un bastardeo por preguntar "tonterías", jamás el saber usado como herramienta de dominación, jamás un guardarse los tips que nos podían ayudar. Y no me parece ni me parecía indeseable esa diferencia. El problema son los profesores imbéciles con complejo de superioridad que se la creen y se lo hacen pasar mal a los alumnos, con injusticias, rayes de yiro caro, maltratos de todo tipo; pero los imbéciles que además de complejo de inferioridad lo hacen causa de orgullo todavía no decido si me producen más: furia o pena. Y cuando el rector de un colegio da ese mensaje, grrrrrr, qué ganas de cerrar el colegio hasta que las diferencias, las buenas, vuelvan a manifestarse como hace falta (esas diferencias que a lo mejor, sí, en su dialéctica, nos llevan a la igualdad, pero igualdad más arriba, no en el sótano).
Bueno, escrito en medio de mucho laburo pero se me había atravesado en la garganta y ahora está sueltito en el ciberespacio.