24 nov 2007
Yo vine para preguntar 110: "¿De qué tuviste miedo?"
Primero la anécdota, después reflexiones sueltas:
Soy profe tutora de un primer año (alumnos de 13, 14). El otro día viene un pibe y me dice:
"Profe, teníamos que estudiar un texto para un dictado; y yo puse el título con una tinta pero se me acabó el cartucho así que el dictado lo hice con una birome. Y la profesora dijo que yo había traído el dictado escrito de mi casa y le había agregado acá el título, y me puso un cero y es injusto porque yo no lo traje hecho pero no me creyó, y por qué no le habla usted" y bla bla. Cuando los pibes dicen cosas así, yo no tiendo de movida ni a creerles ni a no, pero estoy prevenida tanto contra las astucias de ellos, como contra muchos prejuicios de los adultos que a veces, realmente, nos equivocamos mucho no creyéndoles . Así que le pregunté si me estaba diciendo la verdad, -nunca tuvo problemas con estas cuestiones- me aseguró que sí, y entonces le comenté que yo podía hablar con esta profesora, explicarle la situación, preguntarle a ella su versión y después ver qué pasaba. Ok. Rol fastidioso del profe tutor, jamón del sandwich entre los pibes y otros colegas, y no querer estar ni de parte de unos ni de otros sino del que tenga razón...No había pasado un día completo y este pibe se me acerca por un pasillo, seguido discretamente a unos metros por cinco o seis amigos, y me dice:
-Profe, le quería pedir perdón.
-... (cara de signo de interrogación mía)
- Porque ayer yo le dije que la profesora X me había puesto un cero injustamente, pero ella tenía razón, yo había traído la hoja hecha de mi casa y se dio cuenta...
-...¿Y de qué tuviste miedo que dijiste otra cosa?
-...De sacarme una mala nota y que mi viejo me castigue.
Bueno, ahí surgió un brevísimo diálogo sobre hacerse cargo de lo que uno hace -se lo tenía que decir a esta profesora- y lo bueno que está que a uno le digan la verdad, porque si no, todos empezamos a desconfiar de todos y bla. Pero diálogo, no monólogo. En situaciones así intento no caer en dos extremos:
-una, el sermón rigorista: insistencia moscardona en lo mal que estuvo, que cómo se le ocurrió, que cómo pudo, que defraudó la confianza de, que nunca debiera haberlo hecho, que... O sea, sumar el mal de palabras acusadoras y al cuete, al mal que el pibe ya tiene con darse cuenta de su metida de pata y la suite que esto le traiga.
-otra, el sermón laxista ;-): el alumno le robó 50 pesos a un compañero, rompió tres vidrios y cagó a trompadas a dos compañeros, y se lo felicita, porque "al menos te hacés cargo, das la cara": WTF?????? Así que el tipo se va de la charla con 50 mangos más, fama de valiente y felicitado. De pedir perdón, de devolver la guita, de tratar de ser menos turro, ni se habla...Un vómito.
- mi primerísima imagen-sentimiento fue la mía, hablando con la profesora, que quizás se hubiera convencido de la "verdad" del pibe, cambiado la nota, etc., y después, teniendo que volveeeeer a decirle "Ehhhh, mirá, te acordás de este pibe...bueno, no, ponéle el cero nomás." Pensé primero en el embole que me hubiera supuesto a mí, y después, en que me jode que no se hagan cargo: ellos son adolescentes y transgreden las reglas, nosotros somos adultos y los sancionamos cuando nos damos cuenta. Cada uno a lo suyo ;-), y del modo que yo me banco quedar como una tarada cuando se copian sin que yo me dé cuenta, bue, pibe, hacéte cargo, shit happens.
-Me gustó pasar en fracción de segundo de los pensamientos anteriores, que se centran en mí, a querer ver qué le había pasado al pibe. Recordé muchas situaciones en las que también tengo ese movimiento interior, como pararme en un lugar desde donde se ve mejor. Y yo creo que a muchas acciones personales y colectivas, que vistas de afuera suenan a maldad pura como última explicación, todavía se le pueden rastrear raíces más profundas en un miedo que traemos muy arraigado en las tripas, una raíz podrida que da frutos podridos de maneras totalmente imprevistas. No todos los miedos son explicables, a veces "pasan" y punto. Ese miedo que hace del hombre un lobo para el hombre, porque arreglamos algo, pero de miedo a que vos no cumplas, empiezo a juntar armas para defenderme por las dudas y vos tenés miedo de lo mismo, y juntás las tuyas, pero por qué no ser más proactivos y en vez de esperar, salir a atacar, para ganar tiempo, y así estamos...
-Pensé que si bien cada tanto me pasan cosas así como con este pibe, quiero creerle al otro. Algo como "En todo caso, hacéte cargo vos de que me mentís, yo te tomo en serio". Una ingenuidad muy calculada, decidida y no espontánea. Prefiero creele al otro antes que a una suposición mía. Y me acuerdo de aquello de "Yo pongo las manos en el fuego por...": bueno, creo que poner las manos en el fuego por alguien que ofrece una especie de seguro contra todo riesgo, por alguien de cuya pureza, honestidad, bondad, lealtad, todos se hagan lenguas...qué sé yo, no tiene mucho mérito. Algún rincón de mí tiene veleidades de tahúr y en ese rincón se hacen apuestas riesgosas ;-), de esas de poner las manos en el fuego sabiendo que me puedo quemar o no. Pero de nuevo, qué gracia si no. Para no hablar de gente que está dispuesta a poner las manos en el fuego por mí y, ay, ay, ay, pobres (agenda: comprar algunos pares de guantes de amianto;-)...aunque me parece que comparten mi espíritu aventurero y se harían cargo, sin sermones laxistas ni rigoristas.
-Lo mejor que escuché decir de una persona, y por suerte, no se había muerto así que pudo escuchar este elogio: "Fulanito nunca tuvo miedo de nadie ni nadie le tuvo miedo a él.". Las dos cosas. Sí, me gusta mucho.
-Y de nuevo, la cantidad de veces que en la Biblia se dice que Dios dice ;-) "No temas", incluso antes de que nadie explicite ningún temor. Lo entiendo como "No seas dominado por el temor, que no defina lo que hacés"; porque temer, me parece que no depende de nosotros. Pero darle las riendas de la vida al miedo o al amor, eso sí. Cabalgar sobre el miedo, no ser cabalgado. Otra que domar un percherón ;-).
"En el amor no hay temor, pues el amor perfecto desecha el temor, porque el temor supone castigo, y el que teme, no es perfecto en el amor." 1 Jn, 4, 18. Pienso en el miedo de Adán y de Eva, ese miedo inoculado por la serpiente, -pero aceptado por ellos, ¿por qué?, es interesante, ¿el miedo vino "de afuera" o "ya estaba" y las palabras de la serpiente lo activaron?- miedo a que Dios exista, pero que sea un turro que nos prohíbe comer de ese arbolito de avaro nomás; un Dios que tendría miedo de que sus criaturas compartan lo suyo; ¿por qué dejan entrar al miedo estos personajes? No queda claro en el relato. La prohibición de comer "del árbol de la vida" puede entenderse como la prohibición de meter los dedos mojados en el enchufe, de alimentarse a base de cianuro, ¿por qué generaría miedo que alguien les prohibiera eso? Y es interesante ver los frutos de ese miedo aceptado: cruces de acusaciones entre los tres, esconderse de Dios y avergonzarse uno del otro, el fraticidio de Caín luego, etc...
-¿Nos hace inimputables el miedo? No diría, no siempre. Se podría pensar en Hitler teniendo muchísimo miedo de que la "raza aria" se perdiera o degradara y sintiendo que no se bancaría un mundo así, y pensar igualmente en un juicio justísimo que lo condenara a muerte, de haber podido. Pero me gusta pensar en que ese jurado sintiera muchísima tristeza frente al veredicto, nada de complacencias repugnantes en el exterminio de una vida que, quién sabe mediante qué otras combinaciones de sucesos, podría haber valido la pena. No mezclar los porotos, entonces, miedoso no es inimputable. Sin embargo, me hace bien acercarme a eso que me pasa cuando me siento lastimada porque alguien me mintió, eso de sentir más el miedo del otro que lo que a mí me haya jodido. Me parece más humano dolerse por una mentira arraigada en el miedo del otro que enfurecerse, como un escalón más profundo y más cercano a lo bueno; me parece noble dolerse porque el otro tuvo miedo, y no se vive bien con miedo. Y no sé, tratar de desarticular cualquier motivo que alguien pueda tener para temerme a mí; y vivir más en el amor, que como decía Savater, "Saberse amado da más fuerza que saberse fuerte", cita libre. No las puedo contar acá porque tendría que hacer alusión a personas y situaciones muy reconocibles en mi vida y soy perezosa para escribir en clave ;-), pero realmente, tengo la certeza, a partir de evidencias empíricas, de que hay un modo de amar (y de ser amado, pero eso no depende tanto de nosotros) que se puede hacer más fuerte que cualquier modo de temer; y eso, cuando pasa, es veneno para el dominio del miedo.
-Corolario colgado: el grupo Arbolito tiene algunos temas interesantes, música popular, algunos octosílabos bien logrados -junto con una especie de delirio indigenista que no sé si me causa más fastidio que risa-. Escribo este post mientras escucho "Estofado", que habla de eso, de vivir con miedo, "con el miedo bandera, la seguridad nuevo dios de esta era". Al paso, los temas de Arbolito que me gustan.
Mientras la chata nos lleve
Candombe del mucho palo
Cuequita porteña
Chacarera del expediente
Polkatrónica
Estudio de charango
La arveja esperanza.
-Y cerrando con otro cuelgue, pero en relación al miedo también; existen distintas versiones pero pongo la que me gusta: "Los militares argentinos no retroceden jamás!!! Dan media vuelta y siguen avanzando". =)
15 nov 2007
Yo vine para preguntar 109: ¿Y esta otra parábola?
Esto sucedió en el tiempo en que gobernaban los relativistas. Dejemos de lado las discusiones que ellos mismos tuvieron acerca de si gobernaban, coordinaban, presidían, mandaban, dirigían, regían, organizaban, conducían, regenteaban, administraban, porque cada término estaba cargado de valoraciones culturales todas ellas dignas de consideración y con qué criterio se iba a preferir un vocablo al otro y todo depende de cómo lo miremos y...Digamos que gobernaban, pero no relativamente, que es el único modo consecuente en que hubieran debido hacerlo.
Las elecciones que les dieron el triunfo se celebraron el 20 de abril y el el gobierno relativista, al grito de "Tolerancia o muerte", emitió, en la noche del 9 al 10 de noviembre, un decreto mediante el que se convocaba a todos los sospechosos de no relativismo a presentarse en el Palacio del Billete para recibir un kit de bibliografía y material multimedia destinado a sacarlos de sus obstinaciones en los relatos totalizantes, en las verdades duras y en la resistencia a decir más de dos veces por semana "Depende" .
En realidad, esta concentración fue el paso previo al encarcelamiento: una vez en el Palacio, se los metió a la fuerza en vagones de ganado que desembocaban en unas viejas instalaciones fabriles, donde esperarían la sentencia de muerte. "El relativismo libera", proclamaba el letrero de entrada.
Pero aquí sobrevino un problema: desbordados por la satisfacción que da torcer la encabritada realidad para que sea lo que debe ser y extirpar de la nación el cáncer de los oponentes al relativismo, salvajes y asquerosos intolerantes, olvidaron precisar el modo en que se los debía ejecutar. De manera que llegó el día en que se los debía ...el gobierno quedó perplejo. Se había anunciado con bombos y platillos el ejemplificador castigo a los intolerantes y ahora resultaba que todo se demoraba porque, ¿se los iba a fusilar?, ¿a guillotinar?, ¿a gasear?, ¿a ahorcar?, ¿a decapitar con un alfanje?, ¿a dar una inyección letal? (de qué compuesto, podría originar cien años más de debate), ¿a lapidar?, ¿a quemar?. ¿a echar a los leones?, ¿a envenenar?, más otras insólita alternativas dignas de consideración porque las proponía...alguien...toooooodas las opiniones merecían ser escuchadas, naaaaaaaaaadie tiene derecho a imponer su verdad a los demás, tooooooooooodos podemos aprender del punto de vista del otro; y bueno, ahí están, al final, no recuerdan cómo, pero pregunta va, cuestionamiento viene, están debatiendo por qué servirse del idioma español, que al fin y al cabo ofrece una visión sesgada de la realidad, matrizada sobre una visión europatriarcojudeocristianocéntrica, que es lo peor de lo peor que puede ser una visión. Bueno, pero lo mejor es que, mientras tenían lugar estas relativas y tolerantes deliberaciones, porque ningún criterio de verdad se consideraba mejor que otro (porque, claro, criterio de verdad, ¿según quién?, cui bono?), los encerrados lograron capturar a los guardias, ocupados en debatir cuál era el modo mejor de matarlos, y huyeron, y vivieron disfrutando de la modesta felicidad que les fue concedida cada tanto. Y cada tanto, escuchaban impactados los lejanos gruñidos en que se habían transformado las discusiones relativistas acerca de por qué usar tal lenguaje en vez de tal otro, por qué usar lenguaje ninguno, por qué "usar" y no "bailar" un lenguaje, por qué era necesario pensar en un lenguaje, por qué "hablar", por qué...
13 nov 2007
Yo vine para recordar: Palabras que recuerdo leídas
Eso. Palabras que cuando me remonto a cómo las conocí, las veo impresas. No siempre recuerdo en qué libros pero impresas, y en libros de ficción, no enciclopedias, diccionarios, etc. En armónico desorden:
- alféizar
- maese
- jofaina
- orondo
- felonías
- desventuras
- ¡sayón!
- hechizo
- mandarín
- espadachín
- zar
- rupia
- rublo
- kopecs
- buhardilla
- sastre
- madrastra
- rueca
- paje
- guisante
- habas
- huso
- nodriza
- carruaje
- mazmorra
- frijoles
- perdices
- dragón
- carcaj
- zumo
- códice
- ...
9 nov 2007
Yo vine para preguntar 108: ¿No está muy pero muy bien dicho?
Delicias con las que me pone en contacto mi trabajo y que cada tanto percibo con una luz nueva. Las podría mirar mucho tiempo sin cansarme de su belleza:
Marechal en Antígona Vélez:
describe el cadáver de un personaje que ha quedado insepulto: envuelto en "una mortaja gritona", "una mortaja de alas negras"...las aves de carroña cubriéndolo, esxcelente imagen.
una imagen de los indios por atacar: "un horizonte de lanzas"
otra: "una pared de gritos"
Y Lorca, tiene combinaciones de pocas palabras tan sugerentes e intensas...así describe el final de Bodas de sangre la muerte de un acuchillado; cada línea tiene una potencia increíble: un puñal
Que apenas cabe en la mano
Pero que penetra fino
Por las carnes asombradas
Y que se para en el sitio
Donde tiembla enmarañada
La oscura raíz del grito.
8 nov 2007
Yo vine para preguntar 107: ¿Quién sos ;-)?
Hay algunos escritores que son realmente muy buenos y vaya a saber por qué han sido ninguneados; a veces, eclipsados por alguna figura fuerte que se les adosó: Macedonio Fernández pasa a ser una anécdota borgeana, Silvina Ocampo -una cuentista excelente- empalidece frente a Borges -justamente-, a Bioy - de lo más injustamente- y a su hermana Victoria, diría que injustamente también, Oliverio Girondo parece que no hubiera escrito más que el caligrama en forma de espantapájaros...
Así que para balancear un poco el ninguneo de todos esos autores, cuya lectura recomiendo fervorosamente, va un texto de Girondo, que puede ser haya posteado ya pero en todo caso tengo ganas otra vez.
Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades. En mí, la personalidad es una especie de forunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad. Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W.C. ¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso! ¡Imposible saber cuál es la verdadera! Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan. ¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo -me pregunto- todas estas personalidades inconfesables, que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora? El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, para enfermarse de indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los repliegues más profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia... de un egoísmo... de una falta de tacto... Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico. Todas, sin ninguna clase de exepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de contemporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!, cada una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aquélla desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, ésta se empeña en demostrarme las ventajas abstinencia, y mientras una abusa de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra despierta con el amanecer y exige que me levante junto con las gallinas.
Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. El hecho de tomar la menor determinación me cuestra un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y esperar que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas todas juntas a la mierda.