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Acabo de hojear una Noticias reciente y leí sólo el titular de una nota a Gastón Pauls, ídolo, master, el chico lindo y sensible a lo social: cito de memoria pero con fidelidad: "Todos tenemos la culpa de Malvinas".
No.
No.
Y no.
Me tiene podrida el discursito posmo-culposo respecto de catástrofes diversas (Cro-Magnon, por ejemplo) de las que "todos" seríamos culpables.
Me tiene podrida la complacencia pesarosa en el reconocimiento de supuestas culpas colectivas, complacencia que no veo acompañada de ningún otro gesto más honesto y más eficaz que opere sobre la realidad para mejorarla. Para parlotear contritos atrás de un micrófono o de una cámara, somos todos Gardel.
No soy ni me siento culpable ni de Malvinas, ni de la dictadura militar, ni de Cro-Magnon ni del Holocausto ni de las invasiones bárbaras a Roma ni de los desastres de la última Era Glacial.
Esa actitud tan cool me parece:
-deshonesta, porque termina diluyendo a quienes sí por acción u omisión provocaron las catástrofes, en un "todos" sin nombre, edad, domicilio donde ir a buscarlo, etc. Es una verdad de Perogrullo, pero si todos somos culpables, no se juzga ni se condena a nadie.
-y patológica, porque querer participar afanosa e insistentemente en culpas de otros, querer experimentar el sentimiento pertinente sin poder decir qué acciones u omisiones propias influyeron, por ejemplo, en la guerra de Malvinas, indica una patología cercana al masoquismo.
Pero queda bien, ¿no? Un gesto abrumado, una cara compungida, un par de frases efectistas y emocionales, una declamación pontifical sobre "los pobres" et voilà: una imagen correctísima -vendible- de lo que debe pensarse y sentirse.
Igualmente, hay que calibrar bien eso de la culpa. A ver si, por ejemplo, Gastón Pauls ya que estamos pero hay tantos, se va de mambo; y de tanta pero tanta culpa que siente, se le ocurre ofrecer la mitad de lo que gana a un veterano, a uno solo, para que la suma le signifique algo; y a dárselo para que -sin controlarlo, porque eso sería muy autoritario, muy poco respetuoso de la diversidad de criterios- lo gaste en lo que le parezca necesitar. Pintura para su casa, zapatillas para los pibes, un home theatre, una cortadora de césped nueva, una fiesta con los amigos, un arreglo del auto: o sea, para que disponga de ese dinero con la misma libertad que GP tiene para disponer del suyo. A ver si, por ejemplo, el peso de tanta culpa, lo hace reflexionar que si todos somos culpables, las empresas que anuncian en sus programas y le dan de comer, también lo son. ¿Y cómo podría ser que les diera de comer a responsables de tamaña atrocidad? Pero sí, puede ser, llega un punto en que la búsqueda de ética, de coherencia, de solidaridad, se encuentra con un gran fajo de billetes, y bue, se entretiene, se distrae un rato, se empieza a transformar, hasta hacerse esquizofrénicamente irreconocible. La ética está muy bien hasta que toca la "propiedad privada". Después, sigue estando muy bien...para declamarla y para exigir que otros la practiquen.
Por otro lado, me divierte cuando el discurso posmo retoma en positivo conceptos tan nefastos como la culpa, ¡¡¡¡horror!!!! tan asociados a la civilización machista-patriarcal-judeocristiana que, como sabemos al punto de ni discutirlo, es responsable de todos los males del Universo, incluso de aquellos que se gestaron antes de su aparición. Sí, de los daños que produjo la última glaciación, también, ya que estamos.
Bueno. No es que yo no sea culpable de nada -responsable me gusta más, pero estábamos con Gastón-: el problema es que las cosas de las que soy realmente culpable están molestamente ahí, al alcance de mis sentidos, de mi dinero, de mi tiempo. No como los veteranos de Malvinas, que con suerte me cruzo alguno vendiendo calcomanías en el subte cada tanto.
Por no mencionar más que un ejemplo: yo me reconozco culpable de usar de mis bienes de un modo poco evangélico; siento mis "necesidades" como las más relevantes y las que primero necesitan ser satisfechas, aunque sé que estoy muy cerca de otros con necesidades realmente serias y realmente insatisfechas. Probablemente, podría vivir bien y feliz con menos, con bastante menos. Tengo muy a mano testimonios de gente que vive así y es una alegría compartir con ellos. Pero me invento o me dejo inventar necesidades que hacen que necesite lo que en mi escala es "mucho". Esa culpa sí, es mía, y si yo me tomara más en serio el Evangelio, viviría más austeramente y podría colaborar con emprendimientos que trabajan para que muchos tengan una vida menos de mierda. No necesito palmaditas en el lomo que digan "bueno, bueno, no estás haciendo nada malo, la plata es tuya, la ganás honestamente, blabla"; no me satisface tampoco llenarme la boca de fogosos discursos anticapitalistas y no soltar una moneda ni a garrotazos porque "la cosa no pasa por ahí, es todo el sistema que hay que cambiar blablabla". ¿Por dónde corno pasa?. No sé, evidentemente, con dar dinero, supongamos, a una institución que trabaja en viviendas baratas para 500 personas, no se soluciona "el problema de la vivienda" de los millones que lo tienen. Pero no sé, Dolina decía una vez que desconfiaba de los "beaux gestes" que salen gratis. Me adhiero. Y si con 300 mangos por mes que yo pusiera pudiera ayudar a que una familia salga de la villa y tenga una vivienda más habitable, yo creo que vale, aunque "el problema de la vivienda" siga ahí. No creo en un amor por la humanidad que no toque el bolsillo y que no implique compartir lo "propio" con personas concretas. Porque mientras nos llenamos la boca pontificando lo que debería hacerse para solucionarlo, y anhelando los buenos viejos tiempos en que la revolución estaba cerca, muchos siguen "viviendo" en lugares degradados, contaminados, repugnantes, infernales, y yo en mi comodísimo departamento. Donde podría, para dejar claro cuán progre soy, tener una gigantografía del Che. De nuevo, sin que me costara nada.
Por eso, preferiría saber que en el programa de Gastón Pauls no hay nadie, en ningún área trabajando ni en negro, ni con sueldos indignos, ni en horarios inhumanos; me gustaría que renunciara a recibir como anunciantes empresas sospechadas de evasión fiscal y quebrantamiento de leyes laborales. Pero claro, "La culpa de Malvinas la tenemos todos" tiene una enorme ventaja: sale gratis.
Y no es que tenga un encono personal con GP, que es un lindo muchacho y parece inteligente. Es como emergente de una actitud demencial que lo invité a este blog, que no suele alojar a ricos y famosos.
Así que, a todo el discurso progre posmo culposo:
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